LA CAMPAÑA ANTIELECTORAL ESTA EN MARCHA



La Campaña anti-electoral forma parte de la lucha contra las tres montañas que oprimen al pueblo: el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad. Contra estas tres montañas los revolucionarios oponemos los tres instrumentos de la revolución: el Partido, el Ejército y el Frente. Como resultará obvio, hoy no existen ninguno de estos instrumentos, lo que no es tan evidente es que la clase y el pueblo tienen que construirlos; por nuestra parte, los comunistas debemos encabezar esta construcción. El partido es el centro que dirige.

Las elecciones cumplen un papel central en la actual estrategia que desarrollan las clases reaccionarias para asegurar su posición dominante dentro de la sociedad. Con las elecciones se tensan las fuerzas de todos los partidos electoreros que actualmente se desenvuelven en el país. Éstos, convertidos en máquinas para obtener votos, despliegan una frenética actividad de campaña, prácticamente en todos los frentes.
Los actuales partidos, representantes de grandes burgueses y terratenientes, luchan por dirigir el viejo Estado. En los países semifeudales y semicoloniales en los cuales se desenvuelve el capitalismo burocrático, el Estado no es más que la dictadura de estas clases reaccionarias, ambas aliadas del imperialismo y mandadas en lo fundamental por éste.
Los partidos reaccionarios hablan a nombre de toda la sociedad, dicen ser los representantes del pueblo cuando en realidad no son más que representantes de esos estrechos intereses y que para defenderlos deben oprimir al conjunto del pueblo. Para ello utilizan las leyes (o llegado el momento las quebrantan y violan), emplean las instituciones del viejo Estado y sus genocidas fuerzas represivas.
Este año las clases reaccionarias nos imponen elección de presidente, diputados y de la mitad de los senadores. Con esto se produce el recambio de gobierno, es decir, el llamado poder ejecutivo se renueva y el parlamento -también conocido como poder legislativo- lo hace parcialmente. Lo esencial es crear la ilusión en las masas, de que los organismos del poder son establecidos legítimamente. Ganar votos y obtener la mayoría de éstos es el objetivo de las campañas electorales. El sistema electoral debe aparentar que en las elecciones realmente se está jugando el destino de la nación y que por lo tanto el voto de cada ciudadano es relevante. Por lo mismo les preocupa que el padrón electoral se esté envejeciendo debido a que los jóvenes no se están inscribiendo al ritmo que ellos quisieran, pese al despliegue comunicacional con que pretendían revertir esta situación.
Detengámonos un poco en esta cuestión. El voto señalan, es el “poder del ciudadano”. El voto de cada persona -tratan de explicarnos los partidos burgueses y terratenientes- genera los “organismos de poder del país” y una vez elegidos, los candidatos vencedores se pavonean con que la “ciudadanía dio su veredicto” entregándoles la mayoría de la votación. Sin embargo, después que asumen sus cargos públicos comienzan a trabajar en leyes que facilitan la mayor penetración del imperialismo, permiten la mayor concentración de tierras en pocas manos, facilitan la acumulación y centralización de capitales en cada vez más reducidos monopolios, cuya propiedad queda en poder de la gran burguesía.Pero retrocedamos en el tiempo. Bajo el gobierno de la junta militar fascista de Pinochet, las leyes y en especial la constitución del 80 -actualmente vigente- garantizaron esta concentración de la propiedad sin necesidad de elecciones periódicas. Esto es lo esencial que el viejo Estado defiende y que repetimos, ahora intenta legitimar con el voto.
Como ya se señaló, el Estado chileno es órgano de poder de la dictadura de los grandes burgueses y terratenientes, cuyos reaccionarios intereses y aspiraciones se plasman de manera concentrada en la “Constitución Política de la República de Chile”. Hay sectores reaccionarios y oportunistas que la defienden tal cual está hoy, otros que quisieran hacerle modificaciones o que incluso quisieran hacer una distinta. Sin embargo, sin demoler el viejo Estado y lo que éste representa, una nueva constitución no pasaría de ser una ligera reestructuración para ese podrido armatoste y no implicaría bajo ningún término una solución para los problemas de las masas, los que sólo podrán ser resueltos mediante la conquista del poder para la clase y el pueblo. Los comunistas luchamos decididamente contra las ilusiones constitucionales y denunciamos como oportunistas toda tentativa de una nueva constituyente sin antes demoler el viejo Estado.
En la actual etapa de la luchas de clases del país, las clases reaccionarias buscan legitimar una vez más mediante las elecciones su cada vez más desprestigiado régimen demo-liberal. Dentro de este plan se nos pretende hacer creer que un voto tiene “poder” y que eventualmente una mayoría de éstos podría modificar lo que grandes burgueses y terratenientes aseguraron mediante el gobierno fascista, firmemente apoyado en su columna vertebral: las fuerzas armadas y policiales genocidas de Chile. Hacer creer a las masas que el régimen de gran propiedad se podrá cambiar con el voto es una criminal ilusión.
Volvamos a las tareas que desenvuelven los partidos de la reacción y del revisionismo en el marco de las campañas para las elecciones generales. El debate entre ellos se puede reducir a “más Estado” o “menos Estado”, más o menos impuestos, además de algunas reformas y más policía. Pero al carácter de clase del viejo Estado no se alude. La dirección del revisionismo (falsos marxistas) calla esta cuestión porque aspiran a formar parte del caduco Estado burgués-terrateniente. Por ello luchan por los sillones parlamentarios en pugna con los otros partidos electoreros, buscando representar los intereses monopólicos de la gran burguesía y el imperialismo para intentar desarrollar el capitalismo burocrático en nuestro país.
Al observar detenidamente las luchas de las masas vemos que a pesar de que el movimiento obrero se encuentra momentáneamente atenazado por la patronal, el gobierno y las centrales vendeobreros, el proletariado igualmente viene desarrollando combativas huelgas. El movimiento estudiantil aún careciendo por ahora de dirección y continuidad ha desplegado luchas nunca antes vistas en este sector en la historia nacional. El campesinado a pesar de la ausencia de una sólida alianza con la clase obrera y a pesar de la falta de un partido auténticamente proletario que lo dirija, igualmente viene movilizándose como en el caso de los mapuche y otros pobres del campo como es el caso del proletariado agrícola que ha dado importantes luchas demostrando su deseo de rebelarse. En las poblaciones de las grandes ciudades aún cuando los problemas se multiplican y ya se comienza a respirar el aire del hambre, las movilizaciones por salud, educación, vivienda, trabajo y pan aumentan teniendo a las mujeres populares como importantes protagonistas de éstas. Por último, la juventud popular que ha venido derrochando energía en sus expresiones espontáneas de protesta no obstante no contar aún con sólidas organizaciones.
Todas estas condiciones objetivas son las que nos permiten desechar las ilusiones electoreras e impulsar la Campaña Antielectoral. Esta tarea las masas y los activistas revolucionarios pueden impulsarla de diferente manera:
- Creando Comités antielectorales en los que se discuta entre las masas el carácter de las elecciones y la necesidad de la conquista del poder por medio de la guerra popular.- Desde estos comités o desde los organismos de masas realizar acciones de agitación y propaganda, rayando muros, creando y distribuyendo volantes, convocando a reuniones, actos o movilizaciones.- Denunciar ante las masas lo nefasto del oportunismo y del revisionismo y el pretendido engaño de su podrida política electorera. Esta importante tarea la debemos realizar entre nuestros compañeros de trabajo, de estudio, amigos y familiares llamándolos a no inscribirse y a no votar.- Además reconociendo el potencial creador de las masas, debemos desplegar junto a ellas la iniciativa y la audacia en esta campaña, apoyándonos en ella en la búsqueda de recursos y en las soluciones de los posibles problemas que debamos enfrentar al implementar la campaña.

¡El voto nada cambia!
¡Desenmascarar la farsa electoral!
¡Elecciones No, Protesta popular Sí!
¡No inscribirse y no votar a la calle a protestar!
¡Preparar el camino de la guerra popular desechando las ilusiones electoreras!
¡Desenmascarar a los falsos comunistas, oportunistas y electoreros!